lunes, 26 de marzo de 2012

Madame Royalle era la viuda de un escritor iracundo e insomne que escribía sobretodo de noche. Durante los años y años de relación, casi cien aunque algo menos de veinte, ella nunca pudo dormir más de dos o como mucho tres horas seguidas debido al martilleo constante de los dedos de su marido en la olivetti. Quedaba ya desvelada con los gritos y llantos histriónicos del genio intelectual ante un aparente obstáculo insuperable tanto si se le presentaba en la realidad como en la ficción.